Introducción
En la era de la cirugía mínimamente invasiva, como las endoscopias ureterales, se reportan cada vez más lesiones ureterales, siendo las de la porción proximal las más difíciles de manejar. En pacientes con ambos riñones y función adecuada, la preservación del riñón afectado no sería una prioridad; sin embargo, el enfoque cambia en pacientes con un solo riñón, en los que las opciones terapéuticas se centran en la preservación de la unidad renal. La nefrostomía es un procedimiento quirúrgico que consiste en crear una abertura en el cuerpo para drenar la orina de un riñón, pero genera mayores costos, morbilidad y disminución de la calidad de vida a largo plazo. Entre las opciones quirúrgicas para lesiones ureterales proximales y de larga longitud, que no permiten realizar una anastomosis ureteroureteral, se encuentran técnicas como las plastias intestinales del uréter y el autotrasplante renal1. En el caso que se presenta a continuación, se eligió realizar un autotrasplante renal debido a que esta técnica supondría una menor morbimortalidad para nuestra paciente a largo plazo.
Caso clínico
Mujer de 59 años, procedente de Puno, Perú, con antecedentes de diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial e infecciones urinarias recurrentes. La paciente tenía un riñón derecho excluido por litiasis renal, siendo su único riñón funcional el izquierdo (Fig. 1A). Debido a un cuadro de litiasis ureteral obstructiva en su único riñón funcional, fue sometida a litotripsia endoscópica con láser, durante la cual se presentó una lesión del uréter izquierdo a nivel medio, seguida de una estrechez. Como resultado, se le realizó una nefrostomía.
Figura 1. Tomografía computarizada con contraste, en corte coronal, que muestra ambas unidades renales. El riñón derecho presenta litiasis renal coraliforme y parénquima renal laminar. En el riñón izquierdo se observa nefrostomía en cáliz inferior. A: riñón derecho excluido por litiasis renal, único riñón funcional el izquierdo. B: pielografía anterógrada y retrógrada; se evidenció una lesión ureteral proximal de aproximadamente 7 cm.
Posteriormente, tras los estudios realizados con pielografía anterógrada y retrógrada, se evidenció una lesión ureteral proximal de aproximadamente 7 cm (Fig. 1B). Por ello, en junta médica se decide realizar autotrasplante renal considerando su edad, comorbilidad y preferencia de la paciente. Durante el acto quirúrgico de la nefrectomía izquierda para autotrasplante se lesiona el bazo, por lo que se le realiza esplenectomía, y se observa un quiste ovárico, por lo que ginecología realiza la extracción el mismo acto quirúrgico. Además, con apoyo de cirugía cardiovascular se implanta el riñón a nivel de las arterias iliacas externas izquierdas (Fig. 2). Posteriormente pasa a la unidad de cuidados intensivos por politransfusión y soporte vasopresor, permaneciendo por 6 días en ella con evolución favorable. Pasa a hospitalización y tras una adecuada evolución posquirúrgica es dada de alta a los 13 días de la intervención. Actualmente, tras casi 2 años, la paciente presenta una evolución favorable, con una creatinina de 1,25 mg/dl pese a su comorbilidad.
Figura 2. Tomografía computarizada sin contraste realizada posterior a la cirugía en la que se observa el riñón autotrasplantado en la fosa renal izquierda.
Discusión
Las lesiones y las estenosis del uréter son patologías de difícil abordaje, incluso para cirujanos experimentados. A lo largo del tiempo se han utilizado métodos complejos, como la interposición ileal, el colgajo de Boari y la nefrectomía. En los casos en que la lesión ureteral es proximal, la nefrostomía es una opción viable para preservar la función renal; sin embargo, esta opción conlleva una disminución de la calidad de vida y una mayor predisposición a infecciones urinarias2. La interposición ileal para la reconstrucción ureteral puede generar complicaciones a corto y largo plazo, como infecciones urinarias, trastornos hidroelectrolíticos y estenosis del conducto ileal3.
El autotrasplante renal para el manejo de las lesiones ureterales proximales ofrece mayores beneficios tanto en calidad de vida como en preservación de la función renal, en comparación con la nefrostomía permanente2–4. Estudios anteriores han reportado excelentes resultados en pacientes con lesiones ureterales6,7, y estos resultados favorables se reflejaron en nuestra paciente, quien actualmente presenta una función renal óptima y una buena calidad de vida, lo que mejora su expectativa de vida a pesar de su comorbilidad.
Conclusión
El autotrasplante renal sigue siendo una opción en la práctica quirúrgica de nuestro país, y más en los centros quirúrgicos con una amplia experiencia en trasplante renal tanto de donante cadavérico como de donante vivo, por lo cual se optó por realizar un autotrasplante renal, considerado como una opción válida y segura para el manejo de este tipo de lesiones.
Financiamiento
Ninguno.
Conflicto de intereses
Sin conflictos de intereses.
Responsabilidades éticas
Protección de personas y animales. Los autores declaran que para esta investigación no se han realizado experimentos en seres humanos ni en animales.
Confidencialidad, consentimiento informado y aprobación ética. Los autores han seguido los protocolos de confidencialidad de su institución, han obtenido el consentimiento informado de los pacientes, y cuentan con la aprobación del Comité de Ética. Se han seguido las recomendaciones de las guías SAGER, según la naturaleza del estudio.
Declaración sobre el uso de inteligencia artificial. Los autores declaran que no utilizaron ningún tipo de inteligencia artificial generativa para la redacción de este manuscrito.