Introducción
Las fístulas uretrorrectales son una complicación infrecuente y representan un reto en su tratamiento debido a su complejidad y sus diversas etiologías, entre ellas congénita, traumática, neoplásica, infecciosa, inflamatoria o iatrogénica1. En el caso de las fístulas iatrogénicas, su aparición está comúnmente asociada a procedimientos prostáticos, terapias de radiación y, en menor medida, cirugías rectales2. El diagnóstico de una fístula uretrorrectal se basa en una cuidadosa evaluación clínica complementada con estudios auxiliares, siendo frecuentes los síntomas de neumaturia, fecaluria y descarga urinaria a través del ano, además de infecciones urinarias recurrentes3,4. Los estudios como la rectoscopia, la uretrocistoscopia y la cistouretrografía son fundamentales para confirmar la comunicación entre la uretra y el recto, y ubicarla, mientras que la tomografía computarizada, la resonancia magnética y la ecografía endorrectal permiten descartar otras patologías asociadas en casos seleccionados1,5. Los enfoques terapéuticos incluyen tanto opciones conservadoras, como derivación urinaria o fecal y sellantes de fibrina, con tasas de éxito variables (14-54%), como procedimientos quirúrgicos6. Entre las técnicas quirúrgicas, la interposición del músculo gracilis ha ganado popularidad debido a su eficacia y bajas complicaciones. Esta técnica, descrita inicialmente por Ryan, implica la liberación, la rotación y la inserción del músculo gracilis entre el recto y la uretra, seguido de un sondaje vesical de 6 semanas, con buenos resultados independientemente de la edad y la configuración corporal del paciente7. Presentamos el caso de una fístula uretrorectal secundaria a adenomectomía prostática transvesical, tratada exitos amente mediante la interposición del músculo gracilis, resaltando la relevancia de esta técnica en el manejo de una complicación compleja y su potencial como tratamiento de elección en situaciones similares.Caso clínico
Varón de 60 años, albañil, procedente de Lima. Como antecedente quirúrgico, presenta una adenomectomía prostática transvesical con colostomía debido a hiperplasia benigna de próstata y desgarro rectal, realizados en enero de 2020. Tras el retiro de la sonda de Foley en el posoperatorio, el paciente reportó eliminación de orina por el recto. Se le realizó una cistoscopia que evidenció una fístula a nivel de la celda prostática, confirmada mediante cistouretrografía, la cual mostró una fístula uretrorrectal (Fig. 1). Con estos hallazgos, fue derivado al Hospital Nacional Arzobispo Loayza.
